TERCERA PARTE Y APOSTILLANDO JAVIER MARTINEZ BEDOYA , MARIDO DE MERCEDES SANZ BALLESTER EX ESPOSA DE RAMIRO LEDESMA RAMOS ,LOS JUDIOS SEFARDITAS : EL FRANQUISMO , FALANGE ESPAÑOLA Y LAS JONS   2 comments

 

24 Diciembre 2007

J. Mtnez. de Bedoya – UN JONSISTA DE FILAS (y III)

(Tercera parte y final)

Contra el Holocausto:

La situación de ostracismo duro hasta que en octubre de 1943 al entonces ministro de asuntos exteriores, general Jordana, se le encomendó la misión de llevar a termino el «acuerdo entre caballeros» contraído con el Congreso Nacional Judío de Nueva York, el Comité Sionista de Londres, y la Agencia Judía de Jerusalén, sobre la base de que en correspondencia a los créditos blandos recibidos por el bando nacionalista durante la contienda civil, España haría cuanto pudiese por ayudar al máximo a los judíos habitantes en las naciones ocupadas por Alemania, además a cambio de ello los judíos influyentes en Londres y Washington se ofrecieron a hacer cuanto pudieran en favor del régimen de Franco a nivel internacional.

Jordana eligió para ser su hombre en Lisboa a

Javier Martinez de Bedoya (JMB en adelante), quién alejado de la vida política estaba dedicado al ejercicio de la abogacía y era director comercial de una empresa en auge en el mundo de la publicidad y el espectáculo, CEPICSA, y donde trabajaba como director técnico-publicitario un judío alemán, nacionalizado español, llamado Ernesto Bacharach. Jordana sometió a Franco esos dos nombres. Franco, a su vez, le indicó a Arrese, ministro-secretario general del Movimiento, de quien dependían entonces los servicios de prensa, que le convenía «sacar» a JMB del «apartamiento» político en que se encontraba desde 1939, y someterlo a un período de prueba en Lisboa, a donde fue enviado finalmente como agregado de prensa, previa consulta a su hermano Nicolás Franco, su embajador en Portugal.

 

 
                                  
 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

JMB según su habitual concepto de la obediencia en cuanto se refiriese al servicio a España aceptó, y en íntima colaboración con Isaac Weisman, representante del Congreso Mundial Judío, fue arte y parte de varias acciones de rescate en Grecia, Hungría y Rumania de judíos, alegando sus antecedentes sefarditas (de quienes los tenían realmente y quienes no) que estaban a punto de ser llevados a Polonia para ser gaseados en los campos de concentración; la organización de trenes especiales para llevar a Suiza, a través de Austria, cuantos «sefarditas» se pudieran reclutar, previa concentración en las legaciones de Cuba, Noruega y Chile, aprovechando la positiva experiencia diplomática realizada en el Madrid «rojo»; la organización de varias expediciones de niños y ancianos judíos (17.000) desde la Francia de Petain hasta Lisboa vía Barcelona; y por último la acogida de dos mil niños judíos huérfanos en territorio español. (1) Todo con la sobresaliente actuación de los diplomáticos españoles en esos países como: Miguel Ángel Muguiro (Budapest), Julio Palencia (Sofía), José Rojas y Moreno (Bucarest), Bernardo Rolland Miota (Paris), Sebastián Romero Radigales (Salónica), , José Ruiz-Santaella (Berlín) (2), y el Schlinder español: Ángel Sanz-Briz (Budapest). (3)

Como pago, la internacional judía filtró a través de

JMB la intención de la Internacional Judía de hacer valer su favorable posición ante Moscú para «aconsejar un respeto a los neutrales, como España », ante lo cual Stalin había hablado con el Partido Comunista Francés a fin de que advirtiera a De Gaulle sobre los peligros de apoyar con armas a los antifascistas españoles exiliados (1), y finalmente la decisión tomada por las potencias aliadas de no intervenir contra el régimen de Franco.

 
                                  
 

 

 

 

La etapa intelectual:


Después de su experiencia portuguesa una vez “reinsertado” en la sociedad franquista como recompensa a sus servicios, y desde su plataforma del Instituto de Estudios Políticos, fue uno de los principales defensores junto con Gonçalvez, Ruiz Morales y Barceló de la creación de un mercado común ibérico inspirado en el Benelux, que si bien no llegaron a su término, influyeron en la firma del Acuerdo de Cooperación Económica de 1949.

(4)

 

 
                                  
 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La última etapa de su vida la dedicó al ejercicio de la abogacía, el periodismo (Revista de estudios políticos / Revista de Política Social), y a desarrollar una extensa labor editorial en la que destacan:

– Novela: “El Torero” (Ed. Cid, 1954).

– Derecho Político: “El desafió de la libertad” (Unión Editorial, 1974)

– Teología: “Si Dios existe. la libertad y el mas allá” (Unión Editorial, 1983).

Y remarcablemente:

– Política: “Marcuse y el socialismo. El socialismo imposible” (Paraninfo,1970). En el que JMB aparece como el pionero del análisis de Marcuse en España.

 

 
                                  
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

– Sociología Económica: “¿Industrialismo y civilización, enfrentados?” (Paraninfo, 1975). Un estudio sobre el industrialismo como reductor del trabajo necesario y como atentado a la civilización. Un análisis de la sociedad industrial, en el que trata de establecer si el industrialismo construye o destruye la civilización en su vertiente tecnológica y espiritual.

Javier Martínez de Bedoya

murió en Madrid el 24 de Marzo de 1991.

 

 

 

Su fallecimiento pasó absolutamente desapercibido en los círculos falangistas de quien sus acendrados principios jonsistas le mantuvieron marginado, a pesar de que su vida fuera ejemplo de que indudablemente era uno de los nuestros.

 

 

 

 

 

 

Algunas fuentes apuntan a que su ideal nacional-sindicalista degenero en su última etapa hacia marcadas tendencias liberales, pero en nuestra opinión su atemperamiento en lo político pudo venir como efecto secundario de toda una vida dedicada a darse cabezazos contra el muro; ya se sabe “te pasas la vida intentando cambiar el Mundo, y luego viene el Mundo y te cambia a ti”.

Javier Martínez de Bedoya,

un jonsista de filas.

¡¡¡PRESENTE!!!!

(Fin)

 
                                  
  

APOSTILLANDO

PROTECCIÓN DE LOS JUDÍOS POR EL FRANQUISMO
Por Antonio Castro Villacañas

Nada hay que objetar a lo esencial de los artículos que desde hace algún tiempo se vienen publicando sobre la persona y la actuación del diplomático español Ángel Sanz Briz en defensa de los judíos húngaros durante los años 1944 y 1945 desde su condición de Encargado de la Embajada española en Budapest. Sin rebajar los méritos del señor Sanz, debe puntualizarse que -según consta en los correspondientes archivos de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores y de otros centros oficiales- como es lógico (y dejando aparte el plus de personalidad correspondiente a ese gran hombre) cuanto hizo no estuvo motivado por un impulso individual, sino que formaba parte del plan de solidaridad y ayuda a los judíos iniciado en el otoño de 1943 por el gobierno de España como parte de su estrategia política ante la evidencia de la próxima victoria aliada.

Dejando a un lado los otros dos puntos básicos de esa estrategia (permanente anticomunismo y progresiva liberalización interna), el tercero consistió en establecer contactos confidenciales con el Congreso Nacional Judío radicado en Nueva York, el Comité Sionista de Londres, y la Agencia Judía de Jerusalém, con objeto de llegar a un «acuerdo entre caballeros» sobre la base de que España haría cuanto pudiese para ayudar al máximo a los judíos habitantes en las naciones ocupadas por Alemania, a cambio de que los judíos influyentes en Londres y Washington hicieran cuanto pudieran en favor del régirnen de Franco. La idea partió del entonces director general de Asuntos Consulares, don Germán Baraibar, que recogió diversas sugerencias de los judíos sefarditas y las sometió al ministro de Asuntos Exteriores, conde de Jordana, quien las despachó con Franco. Éste aprobó el plan, que inicialmente consistió en mandar a Lisboa un agente especial con status y categoría de diplomático, pero enmascarado en el sentido de que su puesto «oficial», agregado de prensa, debía «cubrir» el muchísimo más importante de conseguir la amistad y el acuerdo de los dirigentes judíos.

En la tarde del día 12 de octubre de aquel año 1943 se concretó la forma de iniciar lo que entonces parecía una tarea utópica. El general Jordana escogió para protagonizarla al jonsista Javier Martínez de Bedoya, casado con Mercedes Sanz Bachiller, la que fue viuda de Onésimo Redondo. Alejado de la política, Bedoya estaba dedicado al ejercicio de la abogacía y era director comercial de la Compañía Española de Propaganda e Industria Cinematográfica, Sociedad Anónima, CEPICSA, de creciente auge en el mundo de la publicidad y el espectáculo. En CEPICSA trabajaba como director técnico-publicitario un judío alemán, nacionalizado español, llamado Ernesto Bacharach. Jordana sometió a Franco esos dos nombres. Franco, a su vez, le indicó a Arrese, ministro-secretario general del Movimiento, de quien dependían entonces los servicios de prensa, que le convenía «sacar» a Bedoya del «apartamiento» político en que se encontraba desde 1939, y someterlo a un período de prueba en Lisboa. Algo por el estilo le hizo llegar a Nicolás Franco, su embajador en Portugal. De esta forma, la carnpaña de acercamiento con el judaísmo internacional comenzó a realizarse en los meses finales de 1943 y primeros de 1944.

Ernesto Bacharach brujuleó entre los muchos judíos que habían llegado a Lisboa, procedentes de Alemania o de los países ocupados por los alernanes, desde 1940 en adelante, y que por muy diversas razones se habían asentado provisional o definitivamente en la capital portuguesa, para rogarles que escribieran a sus corresponsales o conocidos de Jerusalén, Haifa, Londres o Nueva York anunciándoles que España quería discretamente negociar ayudas o acuerdos en favor de los judíos perseguidos en Europa, por lo que buscaba y necesitaba contactar con interlocutores adecuados. El más activo y eficaz de los judíos lisboetas fue un comerciante de diamantes belga, de Amberes, que se hacía llamar Giacobi. Gracias a él pudo concertarse una reunión entre los dos representantes españoles y tres judíos internacionales, a celebrar en el bar del hotel Tívoli de Lisboa el 22 de febrero de 1944.

                                  
El londinense representante del Comité Sionista dijo que antes de acordar nada con Franco, éste tenía que demostrar su buena voluntad devolviéndole a los sefarditas la vieja sinagoga de Toledo y autorizando otras en Barcelona y Madrid. El enviado de la palestina Agencia Judía, por las mismas razones, pidió que el gobierno español subvencionase la emigración a Haifa de un grupo de judíos residentes en Ceuta, Melilla y la zona española de Marruecos. El neoyorquino representante del Congreso Mundial Judío expresó que confiaban en Franco porque éste y Roosevelt eran los dos únicos Jefes de Estado que en ese momento pertenecían a su raza, pero que como prueba de eficacia solicitaban la intervención española en Atenas, donde unos 400 «haidris» estaban a punto de ser llevados a Polonia para gasearlos en los campos de concentración. Bedoya se comprometió a viajar esa misma noche a Madrid para transmitir las tres condiciones expuestas. Los judíos dijeron que ellos correrían con todos los gastos que pudiera originar el cumplirniento de sus peticiones, y quisieron saber qué pedía Franco. Bedoya les enseñó el oportuno escrito: «La neutralidad benevolente de los judíos del mundo hacia la España Nacional». Ellos adujeron que no podían responder de conductas individuales, sino en todo caso de sus respectivas colectividades. Insistieron en que antes de firmar nada necesitaban comprobar que Franco cumplía sus condiciones. Bedoya adujo que bastaba con un compromiso verbal, puesto que judíos y españoles eran pueblos con sentido del honor.
                                   Franco aceptó dar muestras de su buena voluntad. Ordenó a los embajadores españoles en Berlín y en Atenas que se movilizaran inmediatamente para pedir hacerse cargo de los 400 judíos griegos alegando sus antecedentes sefarditas, y citó a los negociadores judíos para el día 8 de abril en el Palacio de Palhavé, residencia de Nicolás Franco en cuanto embajador de España en Lisboa, para que éste les diera en nombre de su hermano la garantía verbal solicitada. Consecuencia inmediata de tal entrevista fue que Isaac Weisman, representante del Congreso Mundial Judío, se quedara a vivir en Lisboa en tal condición y con carácter permanente, y que la Cruz Roja Internacional abanderase un barco para transportar en él los 400 judíos griegos desde el puerto de El Pireo hasta Palestina.
                                  
La segunda medida española consistió en hacer permanente y efectiva la ayuda a los judíos europeos. A finales de 1943 se ordenó a los diferentes consulados españoles que volvieran a conceder pasaporte o tarjeta de nacionalidad a los sefarditas que estuvieran o hubieran estado inscritos como tales en nuestras representaciones, aunque la hubieran perdido por falta de uso. En la primavera de 1944 se ordenó que se aceptara como sefardita a cuanto judío solicitara nuestra protección, haciéndolo de manera que la documentación proporcionada contuviera una contraseña capaz de permitir su anulación cuando fuera necesario, una vez terminada la guerra. Fueron estas instrucciones las que motivaron o permitieron la actuación de Ángel Sanz Briz en Budapest, quien las interpreto y amplió con generosidad y suma eficacia.
 
                                   Esa misma primavera se organizaron y realizaron varias expediciones de niños judíos desde la zona de Francia gobernada por Petain hasta Barcelona, con paso clandestino de la frontera pirinaica merced a contrabandistas debidamente retribuidos.

Por medio de autobuses «excursionistas», camiones o coches particulares se acercaban las expediciones a los puntos concertados, donde eran recogidos por los «guías» para llevarles a los puestos españoles previstos, donde les estaban esperando otros coches, camiones o autobuses con el fin de llevarlos a la capital catalana, para desde allí viajar en tren hasta Lisboa…Diecisiete mil niños judíos, acompañados de varios centenares de ancianos, pasaron pues del «infierno»» nazi al «paraíso» democrático merced a decisiones y gestiones «franquistas».

La entrada de tropas alemanas en Hungría (primavera de 1944) motivó que desde Madrid se ordenara a nuestra representación diplomática en Budapest que además de pasaportes sefarditas se les facilitara a los judíos documentación referente a supuestas operaciones comerciales.

 
                                  

También se hizo una gestión muy directa con el almirante Horthy, Jefe del Estado húngaro, y con el Consejo de Rabinos de aquella nación, con objeto de conseguir una cierta personalidad negociadora y representativa para tal órgano comunitario. Ante la llegada de los rusos a los Cárpatos, con la disculpa de tener que movilizar todo el país para la guerra, el nuevo jefe de gobierno, Sztöjay, acentuó el control de la población y sobre todo el de los judíos, con lo que perdieron todo su efecto las gestiones hechas ante el almirante Horthy y el Consejo de Rabinos. De ahí que la actitud y las actividades de Ángel Sanz Briz fueran decisivas a partir de ese momento. Desde Lisboa-Madrid ya no se podía pensar en sacar judíos húngaros hacia Bulgaria o Turquía.

Se concentraron entonces los esfuerzos sobre los judíos rumanos. De acuerdo con Weisman se ordenó a la Legación de España en Bucarest que aceptara todos los paquetes que, debidamente reseñados y precintados entregaran las familias «sefarditas» para su traslado a nuestro Consulado en Estambul, donde los recogerían personas debidamente acreditadas. De esta forma, durante días y días, estuvieron saliendo de Rumania como valija diplomática -salvando por ferrocarril tres aduanas diferentes- los bienes físicos muebles entregados por los judíos rumanos.Los últimos bultos fueron transportados en los mismos camiones utilizados por nuestros diplomáticos para trasladarse a Turquía después de cerrar y sellar la Legación. A través de Weisman y otros hombres de su raza, desde Lisboa se enviaron a Madrid diversos informes de singular importancia. En abril de 1944 se advirtió que el general Falkenhausen había conectado con los anglosajones para tantear la posibilidad de llegar a un acuerdo a fin de que los alemanes acrecentaran su resistencia contra los rusos y favorecieran la llegada de los aliados a Berlín, a cambio de mantener la unidad alemana y no desmantelar su industria. El 14 de julio se facilitó una completa lista de las unidades alemanas aniquiladas en la guerra contra Rusia, su carencia de reservas humanas, y la decisión de buscar -vía Finlandia- un entendimiento con Moscú ante la negativa anglosajona de considerar las peticiones recibidas, así como la exigencia soviética de que el Ejército alemán probara de modo claro que ya no estaba sometido a Hítler.

 
                                  
 

El atentado del teniente coronel Stauffenberg (20 de julio) fue interpretado en nota del día 27 como prueba de que existían tales contactos y voluntad de acrecentarlos.La súbita muerte del conde de Jordana (3 de agosto) no impidió que Madrid solicitara a Lisboa esa misma mañana que por todas las vías existentes se recogieran cuantos rumores existieran sobre un posible pacto germano-soviético. Sin perjuicio de enviarlos esa misma tarde, el 10 de agosto se transmitió la información oficial judía, según la cual el atentado contra Hítler había probado ante Stalin la decisión alemana de llegar a una inteligencia con los soviéticos, que se reservaban en todo caso libertad de acción si advertían avances sospechosos, demasiado rápidos, de los anglosajones hacia Belgrado, Budapest, Varsovia o Berlín.

 
                                  

Los informes y las peticiones judías seguían un doble camino: los más importantes, considerados especiales, los enviaba Bedoya al conde de Jordana directa y nominalmente mediante sobres sellados que transportaban los pilotos de Iberia; los informes normales, que algunas veces incluían partes no básicas de los importantes, se hacían por triplicado, de manera que uno llegaba a la Secretaria General del Movimiento, otro a la Embajada de España en Lisboa y otro al Ministro de Asuntos Exteriores, todos mediante la valija diplomática.

Tras la muerte de Jordana, Franco decidió -y así se lo hizo saber a Bedoya mediante llamada telefónica directa de su primo, ayudante y secretario militar- que los informes especiales no se enviaran al nuevo ministro -Lequerica-, sino directamente a El Pardo, donde también debería remitirse copia de los informes normales, unos y otros mediante entrega personal a los comandantes de vuelo de Iberia.

En los primeros días del mes de septiembre de 1944, Rumanía se sublevo contra los alemanes y atacó a los húngaros, provocando con ello una huelga general en los ferrocarriles de Hungría. Horthy cesó en la presidencia del gobierno a Stöjay, sustituyéndolo por un militar todavía más radical y enérgico, el general Lakatos, quien extremó las medidas de represión contra los judíos y disidentes.

Los representantes de las organizaciones sionistas solicitaron con angustia que España interviniera en favor de una veintena de personas, las que ellos consideraban más significativas y capacitadas de su comunidad, acogiéndolas en nuestra Legación de Budapest como refugiados. El pliego con la lista de nombres y los pertinentes datos se envió a El Pardo. Franco estaba en San Sebastián, con Lequerica como ministro de jornada.

El 12 de septiembre, Nicolás Franco recibió una llamada de Lequerica para decirle, de orden de Su Excelencia, que transmitiera a los judíos la noticia de haberse arreglado «su asunto de Budapest».

Es evidente que Ángel Sanz Briz jugo en este arreglo un papel importante.

Hacia finales de septiembre, cuando se acrecentaba el conflicto de rusos y rumanos con los húngaros, las internacionales judías hicieron llegar a Franco, vía Weisman y Bedoya, una escueta y sustanciosa nota.

«Nuestra posición en Moscú es por ahora buena y nos permite aconsejar un respeto a los neutrales, como España, para no obligarles a caer dentro del bloque aliado en una opción demasiado parcial.

Ya se entiende.Lo mismo hemos dicho en Washington, pero ha sido en Moscú donde mejor lo han entendido. Parece que Stalin ha hablado con el Partido Comunista Francés a fin de que no se equivoque y para que advierta a De Gaulle sobre los peligros de apoyar con armas a los antifascistas españoles exiliados». Entrado ya octubre, comenzó a rumorearse que De Gaulle había «colaborado» con Franco en la dispersión de los «rojos» españoles que trataban de atacar algunos puestos fronterizos de los Pirineos.

Su objetivo era el de evitar que España solicitara ayudas especiales a Washington.

Parecía confirmarse así la eficacia de la conexión judía. El 15 de ese mismo mes, ante la pérdida de Transilvania, Hungría pidió a los rusos la concesión de un armisticio.

Ello provocó la inmediata reacción alemana, que depuso al regente Horthy para sustituirlo por el doctor Szálasi, conocido nacionalista antisemita, quien de inmediato incrementó la persecución de los judíos.

Weisman solicitó que España interviniera en la organización de trenes especiales para llevar a Suiza, a través de Austria, cuantos «sefarditas» se pudieran reclutar. Transmitida como «urgentísima» la petición judía a Franco, se añadió por Bedoya a la nota que para concentrar en lugar seguro a los posibles viajeros podría utilizarse la positiva experiencia diplomática realizada en el Madrid «rojo» por Cuba, Noruega y Chile, que abanderaron diferentes edificios para recoger y amparar multitud de personas perseguidas.

Dos días después, Lequerica informó a Nicolás Franco, éste a Bedoya, y éste a Weisman, que se había ordenado a la Legación de Budapest el uso de esa formula en un primer inmueble, pero que antes de proseguir con otros debían los judíos garantizar la seguridad del personal diplomático español y de sus protegidos en el caso de que los rusos entraran en Budapest, tanto mientras unos y otros permanecieran en la ciudad como durante su evacuación hacia un país neutral.

 
                                  

Tres días después, Weisman le dijo a Bedoya que Stalin estaba conforme, había designado a Lázaro Kagonovich -miembro del Comité de Defensa Nacional- como intermediario, y pedía que en las fachadas de los edificios españoles estuvieran bien visibles nuestras banderas y enseñas, así como que se enviara con la mayor urgencia posible un plano indicativo del emplazamiento de cada uno, a fin de que una reducida unidad móvil, muy especializada, se encargara de salvaguardar las personas y los bienes de los diplomáticos españoles, de sus familias, y de cuantos estuvieran acogidos a nuestra protección.              

Sin embargo, nada de ello podía garantizarse por escrito. Bedoya telefoneó inmediatamente a Franco Salgado Araujo ,solicitando un urgente despacho con el Jefe del Estado, quien lo citó para la tarde siguiente. En la audiencia, Bedoya obtuvo del Generalísimo que diera por suficiente la garantía verbal en virtud del «acuerdo entre caballeros», y la autorización para solicitar despachos directos cuando no fuera conveniente informarle por escrito de los temas presentados por los judíos.

Franco solicitó que se le dejara una nota escrita en su secretaría y dijo que él hablaría inmediatamente con Lequerica.     

          

Hacia el 21 de diciembre, merced al celo y la personalidad de Ángel Sanz Briz, ya ascendían a dos mil los judíos refugiados en los edificios con supuesto fuero diplomático abanderados por España; quince días después, a los dos meses del acuerdo verbal con los judíos, eran ya cuatro mil nuestros protegidos.

El 4 de enero de 1945 comenzó el asalto soviético a Budapest. La resistencia húngara fue desesperada. Sanz Briz solicitaba ayuda por cualquier medio a su alcance. Se utilizó el canal Madrid-Lisboa-Estocolmo-Helsinki-Moscú para que los judíos recordaran a Kaganovich los compromisos adquiridos. La mujer de Molotov y Laurentis Beria, hermanos de raza, fueron también utilizados como medios de influencia. El 20 de enero se supo que la evacuación de los españoles, naturales y protegidos, había comenzado en perfectas condiciones de seguridad, alimentación y trato, bajo la tutela rusa y la dirección de Ángel Sanz Briz, en dirección a Turquía.

Las demás representaciones diplomáticas en Budapest fueron maltratadas por las fuerzas ocupantes. España correspondió autorizando a los judíos de Barcelona para presentar la documentación de apertura de su nueva sinagoga.

 
                       

El 13 de abril de 1945 las organizaciones hebreas hicieron llegar a Franco una nota en la que advertían: «debe considerar como un golpe de suerte la llegada de mister Truman a la Presidencia (de los EEUU) puesto que se negó en su día a conocer los compromisos personales que mister Roosevelt adquirió en Yalta, lo cual le coloca en una situación de mayor independencia de criterio para muchas cosas.

Ya se entiende». Por aquellas fechas, a indicación de Franco y por el cauce establecido, se solicitó que Hollywood no produjera más películas referentes a la guerra de España. Resulta fácil constatar que a partir de mayo de 1945 dejaron de existir esta clase de productos.

El 11 de octubre, Franco le hizo llegar a Bedoya su queja por la campaña de prensa destacada en todo el mundo contra su régimen.

Puesta en marcha la cadena, el 23 de octubre pudo respondérsele que «en cuanto al cine, estamos muy satisfechos de como están respondiendo al espíritu de gratitud solidaria (los judíos como colectividad, salvo conductas individuales que no quieren responder a los criterios generales); en las cadenas de radio, mejor de lo que en principio esperábamos; en lo referente a la prensa […] Salzberg dice que el NYT ha sido siempre un periódico antidictatorial y que no puede cambiar la línea de sus editoriales, como sucederá a otros muchos diarios, pero que él está dispuesto a hacer a Franco varias "interviews" y a publicárselas cuantas veces haga falta, a página entera y con fotografías.

De todas maneras, para recordar a todos nuestros hermanos, allí donde estuvieren o trabajen, la deuda moral que tenemos con Franco, el Consejo Mundial Judío en su próxima reunión en Atlantic City aprobará una resolución de gracias al Gobierno de Franco, y el Comité Sionista ya ha organizado para que el Día de la Victoria se rece en todas las sinagogas del mundo por la España de Franco».        

Antes de que terminase el año se presentó Weissman en Madrid. Quería que España acogiese a dos mil niños judíos huérfanos y los educara para ser buenos ciudadanos españoles.

Bedoya fue con él al Ministerio de Educación Nacional, donde Ibañez Martín regía los servicios de enseñanza y prensa.

El ministro indicó que Franco le había encargado conservara las buenas relaciones existentes con el pueblo judío, de las que eran una simple muestra la existencia en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de un instituto especializado en la cultura hispano-hebraica, la reedición de libros en hebreo, y la publicación regular de la revista Sefarad.

De su puño y letra escribió una carta de presentación del judío al gobernador civil de Barcelona para que éste removiera los obstáculos locales surgidos en torno a la apertura de la sinagoga solicitada.

Al comenzar el mes de febrero de 1946 los judíos hicieron llegar a Franco que estaban muy molestos con Inglaterra por su actitud en Palestina, y con Rusia porque en esa cuestión se lavaba las manos en favor de los musulmanes.

La implícita advertencia se complementaba con el aviso de que el nuevo gobierno francés preparaba el cierre de su frontera con España como parte fundamental de un bloqueo económico que se justificaría en base a la declaración de Postdam, la actitud de la ONU, el proceso del comunista Cristino García y cuanto pudiera serle útil. Franco solicitó entonces que el New York Times cumpliera su palabra de publicar en primera plana las declaraciones que estaba dispuesto a concederle a Sulzberg.

Los judíos no fallaron. La entrevista se hizo y fue publicada. Los franceses cerraron su frontera pirinaica el 28 de febrero.

Pese a ello, las relaciones con los judíos comenzaron a debilitarse por la presión que sobre ellos y en tal sentido ejercían Francia y el gobierno republicano en el exilio, y porque España se inclinaba en favor de Inglaterra y de los pueblos musulmanes.

Los «católicos» Ibañez Martín y Martín Artajo también influían lo suyo por obediencia debida a un recelo tradicional. Fueron los judíos quienes rompieron los puentes, por dar preferencia a su empeño de recrear en Palestina el milenario Estado de Israel, a cuyo fin se habían lanzado allí a la acción armada contra los musulmanes y la potencia protectora.

Giral y Blum consiguieron que Stalin recibiese en Moscú a una delegación del Congreso Mundial Judío para pactar una nueva actitud rusa ante el problema de Israel. Parte del precio pagado por los judíos por la ayuda rusa fue una nota del Congreso contra Franco y la desautorización de la puerta abierta en Lisboa para comunicarse con él.

En el verano del 46, el Departamento de Estado norteamericano informó en el Comité de Asuntos Exteriores del Congreso yanqui, por medio de su funcionario Breckenridge Long, que «España era uno de los países que más habían contribuido a aliviar el éxodo judío europeo y que sólo por los Pirineos consiguieron llegar a España, donde además fueron bien tratados, más de sesenta mil, entre adultos y niños». Con toda evidencia, en esta labor no tomó parte Ángel Sanz Briz.

Las relaciones con los judíos, pese a todo, siguieron adelante, pero centradas en torno a la creación y el reconocimiento del Estado de Israel. Por alejarse de nuestro tema, queden para otro momento los pormenores de tales negociaciones. Ahora sólo es necesario remarcar lo que se deduce de cuanto queda expuesto.

 
                                  

A saber:

1) La meritoria labor de Ángel Sanz Briz no fue consecuencia de una iniciativa personal, sino el resultado de una política concreta del franquismo.

2) Cuantos participaron en esta política, desde Franco hasta Ángel Sanz Briz y el más humilde de los diplomáticos y funcionarios españoles, lo hicieron para cumplir con su deber y servir los intereses de España, sin animo de vanaglorias o ventajas.

3) El interesado silencio de los antifranquistas y la cobardía de cuantos no se atreven a ser ni carne ni pescado han sido la causa de que se haya tergiversado la historia en beneficio de Ángel Sanz Briz y en perjuicio de la verdad.

4) El diplomático español obtuvo del régimen franquista el reconocimiento debido a su labor y a sus muchos méritos, en forma de condecoraciones y ascensos, llegando a ser Embajador de España y de Franco en diversas importantes capitales del mundo.

 
                                  

 

Publicado 26 diciembre, 2007 por falangeautentica en Sin categoría

2 Respuestas a “TERCERA PARTE Y APOSTILLANDO JAVIER MARTINEZ BEDOYA , MARIDO DE MERCEDES SANZ BALLESTER EX ESPOSA DE RAMIRO LEDESMA RAMOS ,LOS JUDIOS SEFARDITAS : EL FRANQUISMO , FALANGE ESPAÑOLA Y LAS JONS

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  1. y no es Ballester, es Bachiller; Mercedes Sanz-Bachiller Izquierdo

    quevainamaspegau
  2. ¿De verdad no es posible que corrijais los errores?: Mercedes Sanz BACHILLER (no Ballester); no es ex-esposa de RAMIRO DE LEDESMA, sino de Onésimo Redondo. Por respeto a ella y a la seriedad de lo impreso, os rogaría se corrijan estos errores. Gracias. Casimiro Bodelón

    Casimiro Bodelón Sánchez

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